Manejo y Solución del Conflicto
Entre dos o más personas que conviven o realizan alguna tarea en común es inevitable que existan discrepancias. Esto se debe a que cada persona es original y a los diferentes carismas que hemos heredado. Pero el contraste entre las personas puede llegar al conflicto.
No se tata de evitar a toda costa las luchas. No hemos de renunciar a la verdad, a la justicia, al amor para mantener la paz. Aunque siendo más respetuosos, tolerantes y prudentes, y menos distraídos y precipitados, podríamos evitar muchos enfrentamientos Pero si el conflicto aparece, hemos de buscarle solución. Para esto, lo esencial es el deseo de ambas partes de llegar a un acuerdo. Además se necesita humildad para aceptar la existencia de oposiciones; paciencia para soportar la frustración por el desacuerdo; creatividad para imaginar diversas salidas.
y para encontrar los medios adecuados; ilusión para creer que llegaremos a buen fin. Necesitamos también perseverancia para caminar hasta alcanzar la meta.
Los conflictos tienen como solución la aclaración de las cosas o exigiendo una reparación: “ojo por ojo y diente por diente” (Éx 21, 24); se requiere el perdón.
En esto el cristiano tiene una enorme ventaja, pues está dispuesto a perdonar “setenta veces siete” (Mt 18, 22). ¿Lo estamos?.
De una discrepancia podemos sacar muchos bienes. Querer encontrar una solución es ya un acto de amor. Resolver un conflicto implica un aprendizaje del diálogo: escuchar al otro, expresar nuestro punto de vista. Buscar juntos una solución es un ejercicio de justicia que implica disponibilidad para aceptar errores y asumir responsabilidades.
Muchas relaciones que eran superficiales se convirtieron en estrechas amistades sólo después de haber vivido un conflicto y de haberlo solucionado.
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